domingo, 26 de abril de 2009

Romería de Bótoa


Mañana primer domingo de mayo se celebra la romería de la Reina de los campos de Badajoz la Virgen de Bótoa. También es protectora de la Brigada de Infantería Mecanizada XI. Por ese motivo la Base General

Menacho fue traslada a los campos de Bótoa, y la dehesa fue vallada.

Un día especial que yo tengo muy presente, recuerdos de mi juventud, de momentos emocionante, divertidos y un día rebosante de alegría, con gente llegada de todas partes en carros y tractores adornados, burros, caballos, y otros andando, la mayoría con la fiambrera con la comida, donde la reina era la tortilla de patatas.

La ermita se encuentra en el kilómetro 16'5 de la carretera Badajoz – Villar del Rey- San Vicente de Alcántara. Según la leyenda la Virgen se apareció en una encina, hay más de una versión, una dice que un año que hubo una gran sequía, un pastor recostado en una encina rogaba a Dios mientras miraba al cielo, vio descender la imagen de la Virgen que, posada en sus ramas, tras hablarle se despide en medio de una intensa lluvia y que, desde entonces, aparece su esfinge en las bellotas.

Otra cuenta que unos pastores portugueses encontraron una imagen de plata en el tronco de una encina, la imagen fue trasladada a Badajoz se creó una hermandad y se fundó una ermita, la ermita se destruyó y fue llevada a una capilla provisional, para que no la robaran se encerró la imagen en una hueca, la imagen desapareció una noche que hubo profanación, y unos pastores vieron después la imagen en la encina de las bellotas con su imagen.

Otra versión es la narrada en verso por Carolina Coronado, que lleva el título de "La encina de Bótoa".

En la raya que divide
el Portugal de la España,
al lado de un regatillo
a unas encinas pegada,
como a un cardo un caracol
tiene D. Diego una casa
a donde a veces le lleva
más que su amor a la caza
el deseo de tener
a su mujer más aislada.
Porque en el pueblo no vive,
ronda, mira, cela, indaga
y le enojan y le inquietan
hasta las sombras que pasan
al través de las espesas
celosías de sus ventanas.
En el campo más tranquilo,
respira, duerme, descansa,
mas, no con tal abandono
y tan ciega confianza
que deje de examinar
si algún caminante pasa,
si para algún cazador
bajo la encina cercana,
si viene alguno a pescar
a la ribera inmediata.
Y hace días que redobla
D. Diego su vigilancia,
pues anda la portuguesa
intranquila y abismada
en ocultos pensamientos
que sus cuidados alarman.
Ya la ha hallado por dos veces,
al tornarse de la caza,
discurriendo entre las sombras
de unas encinas lejanas
que van formando una gruta
con sus copas enlazadas,
y ha observado por dos veces
que al acercarse a llamarla
temerosa entre los árboles
el cuerpo le recataba,
por lo cual ha decidido,
lleno de celosa rabia,
oculto hacia aquellos sitios,
aquella tarde, acecharla.
Es D. Diego Mercader
un hidalgo catalán,
que si no lo testarudo
y celoso por demás,
de los esposos, hoy día,
fuera modelo cabal.
Otro defecto le añaden
los que no le quieren mal,
el de ser irreligioso
pues afirman, además,
que a su consorte reprende
por su continuo rezar;
a tal extremo llevando
su impía temeridad
que derriba las imágenes
que en un figurado altar
la devota portuguesa
tiene con grande piedad...
mas éstos son tan ligeros
lunares que por hablar
la gente los escudriña
entremetida y mordaz.
Es lo cierto que a su esposa
Doña María de Albar
ama, considera y mima:
aunque también es verdad
que debe a Doña María
fortuna y felicidad.
Porque perdió Mercader
su riqueza en el azar
del juego, y recordando
que tenía en Portugal
cercanos parientes ricos
y una primita además
de famosísimo dote
y acreditada beldad.
Marchóse al pueblo extranjero,
vio a la prima, se hizo amar,
casóse, murió su tío
con que le vino a heredar.
Ya la noche por Oriente
va llegando acelerada,
cruza el monte diligente
algún pastor impaciente
tras la res descaminada.
No hay en los aires un ave
de las que alegran el día
con su tierna melodía;
los bueyes el paso grave
mueven en pos de su guía;
Cuando al valle se encamina
de sable armado D. Diego
y el valle todo examina
y toma, de celos ciego,
por su esposa a cada encina.
Párase de trecho en trecho
tras cada bulto perdido
y al ver su engaño deshecho
el corazón en el pecho
se le salta enfurecido.
Detiénese fatigado
y recogiendo el aliento,
otra vez escucha atento
porque sin duda a su lado
ha resonado un acento
«¡Señora —la voz decía,
entre ronca y temblorosa—
señora, señora mía,
oye mis ruegos piadosa
oye mis ruegos, María!...»
¡Aquí! gritó Mercader,
desnudando la ancha espada
que hace a sus plantas caer
la figura recatada
que llamaba a su mujer.
Luego en la noche sombría
quedó el valle sepultado
y sólo se distinguía
un bulto en tierra postrado
y otro bulto que se huía
por el monte apresurado.
Y las puertas de la Granja
se abren al golpe tremendo,
que sobre ellas impaciente
descarga el furioso dueño.
Por delante de su esposa
pasa sin verla D. Diego
y asiendo una lamparilla,
se retira a su aposento.
Cierra la puerta y después
saca un misterioso objeto,
prenda del muerto, y sin duda,
la que contiene el secreto
de su culpable mujer
que en amorosos conceptos
mil billetes habrá escrito...
Pasmado quedó D. Diego
al ver en vez de cartera
una bolsilla de cuero
con dos groseras correas
atada por un extremo.
Ábrela, saca un papel
y... haciendo un terrible gesto,
pálido como la cera,
el catalán en el suelo
grito arrojando la espada
¡voto al diablo, es mi vaquero!
Ya han pasado muchos días
sin que vuelva a suceder
que trate el buen catalán
de acechar a su mujer
oculto entre las encinas.
¿Si habrá curado, tal vez,
sus celos aquella muerte
del pastor? —Yo no lo sé—
Tétrico, meditabundo
de su granja en el dintel
pasa las horas enteras
en tanto que su mujer
también silenciosa y triste,
con afanoso interés,
discurre sobre el origen
de aquel extraño desdén.
Por fin se acercó a su esposo,
venciendo la timidez,
y se atrevió a preguntarle
¿por qué no sales? —Saldré,
respondió él a esta pregunta
que como un rayo a caer
fue en el alma del celoso
para inflamarla otra vez.
Voy a cazar, dijo luego,
y hoy muy tarde volveré.
Son ya las últimas horas
de una tarde sosegada
en que no aguarda la luna
para salir de su estancia
a que el Señor de los astros
por occidente se vaya;
sino, que robando al sol
el resplandor de su llama,
sale a mostrar en el día
por el cielo su luz vaga
y no deja distinguir,
la vista absorta en entrambas,
la clara noche que empieza
de la tarde que se acaba.
Callada como la luna
tan bella y más recatada
una mujer aguardando
en el valle está con ansia
a que se aleje una sombra
que allá por el monte avanza,
y cuando ya nada ve
echa a andar apresurada
hacia un sitio en donde están
cuatro encinas agrupadas.
Son una llama los celos
que ni se apaga ni entibia
hasta que no ha reducido
el corazón a cenizas.
Y, dicen, que hace su llama
cuando sutil se desliza
por las venas, como el sol
por las aguas cristalinas,
hervir la sangre abrasada
en las sienes comprimidas
y ver extraños fantasmas
que la razón debilitan.
Por eso lleva D. Diego
las negras cejas fruncidas,
los ojos desencajados
y la faz descolorida;
Por eso aferran sus dedos
aquella espada que brilla
como el agua de un arroyo
al través de las encinas.
Por eso en aquel pastor
que del valle se retira
ve a lo lejos al incógnito
galán de Doña María;
Porque son llama los celos
que ni se apaga ni entibia,
hasta que no ha reducido
el corazón a cenizas.
Dio el hidalgo una estocada,
dio un grito Doña María
y con la vista clavada
en una encina elevada
cayó de rodillas, fría.
Alzó la suya medrosa
siguiendo la de su esposa
D. Diego hacia aquella encina
que una ráfaga dudosa
del crepúsculo ilumina;
Y vio la santa figura
de una Virgen de madera
que la blanca vestidura,
a medias, por la hendidura,
del tronco mostraba fuera;
Y vio el misterioso altar
que su esposa ha hecho adornar
de las más hermosas flores,
a donde vienen a orar
por la tarde los pastores.
Y allí cayó de rodillas.—
La luna que alumbra en tanto
sus facciones amarillas
dejó ver en sus mejillas
dos tristes gotas de llanto.
La encina desde aquel día
muestra en su copa sombría
cada bellota sagrada
con la imagen de María
en su corteza grabada.

Carolina Coronado

jueves, 23 de abril de 2009

Día del libro

Dice un proverbio hindú. Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.

El quijote dicen que es una de las obras más destacadas de la literatura española y universal, a mi me gusta mucho leer, pierdo horas de sueño cuando estoy leyendo un libro que me engancha, pero confieso que El Quijote lo he cogido muchas veces y no lo he terminado de leer nunca. Hoy quiero sumarme a su lectura con este fragmento.


Descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

–La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza.

–Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas:

–Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.

Levantóse en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:

–Pues, aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar. Y, en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y, dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo.

Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.

–¡Válame Dios! –dijo Sancho–. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?

–Calla, amigo Sancho –respondió don Quijote–, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas, al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.

–Dios lo haga como puede –respondió Sancho Panza.

lunes, 20 de abril de 2009

Badajoz




Andrés Gómez Ciriaco

Sensaciones


Sensaciones, olores y emociones

de la infancia perdida para siempre

a veces se recuperan en la mente

pero, son sólo aproximaciones.

¿Aproximaciones solamente?


Dulce olor a pan con leña y jara horneado,

Dulces aromáticas vísperas de fiestas

Dulce perfumado aire por heno recién segado

Dulces perrunillas, bizcochos, floretas


El solo de un saxofón que interpreta

en Er Mundo, Suspiros de España

o el solo que toca una sola trompeta

Cerezo Rosa, llegando a las entrañas


La tierra caliente, reciente mojada

las mieses extendidas en la era

las sin par mañanas de primavera

la verde espiga de la fresca cebada.



La espiga seca de los amarillos trigos

las recias encinas, los espigados pinos

los plateados, longevos, ilustres olivos

los senderos, veredas, cañadas caminos.


El azul intenso del inmenso cielo

el rojo brillante del fulgurante fuego

las bonitas trenzas de tu pelo negro

los tirabuzones de su rubio pelo.


En las madrugadas del mes de abril

sentir, palpar el rocío de la mañana

a lomos de una yegua torda o alazana

al trote, al galope, de frente, de perfil


Sensaciones, olores y emociones

de la infancia perdida para siempre

a veces se recuperan en la mente

pero, son sólo aproximaciones.

¿Aproximaciones solamente?

sábado, 18 de abril de 2009

Cáceres



He hecho unos videos de Extremadura, de momento Cáceres y Badajoz, todavía no se si funcionaran, espero que si.

Me encanta la poesía, pero soy incapaz de hacer ninguna, y es que no solo se tienen que tener las ideas y el sentimientos, hay que saber expresarlos, y desgraciadamente este no es mi caso, por eso suelo copiar las poesías que me gustan, espero que si hay algún autor que le molesta me lo haga saber y las quitaré inmediatamente. Esta es de Javier Feijoo, en mi opinion preciosa.


EXTREMADURA, Sí, EXTREMADURA!

¡Extremadura, sí, Extremadura!

Entre rosas empuñadas bajo un vuelo de gaviotas...

Esperando.

Marañas de poder

cubren tus campos

y tus pueblos

de níveos encalados.

Y dolosas aún entonan tus rapsodas

viejas deudas que jamás se amortizaron.


¡Extremadura, sí, Extremadura!

Tierra y sol,

sudor callado...

Tatuajes indelebles

en tus manos.

Hoy tu rostro,

siempre recio, siempre pardo,

curtido bajo el sol más generoso,

se dibuja goloso, sin rubor subvencionado,

reavivando el color de los silencios

degollados con el filo del arado.


¡Extremadura, sí, Extremadura!

Campo y cielo,

campo, campo...

Tierra abierta a los castizos de nacencia

con olor a lejanía, remarcados

con el hierro incandescente del progreso permitido

a ingratos codiciosos de poder y en avaricia malcriados,

que hoy degustan con soberbia ese jugo efervescente

exprimido a tu sudor y a tu trabajo.


¡Extremadura, sí, Extremadura!

Voz y voto apacentado con paciencia desmedida,

y gruñidos desquiciados de berraco enrabietado

confundido con reclamos de futuros

extraños a tu oído extremo y llano.

Diglosia en las veredas de una tierra

que labrada con los versos de otros cánticos

atesora tu fuerza arrolladora

y adorna con su paz tu liderazgo.


¡Extremadura, sí, Extremadura!

¡La de gritos que aún retumban

en tus campos

contra el eco de lucrados consentidos!

¿Y aún caminas voceando

tus lamentos,

cuando al frente, al costado,

y a tu espalda,

vas quedando

sin pudor, negando historia,

tu cultura y tu verbo hechos migajas,

y empapado con tus credos

vas vendiendo

los pañuelos desdentados

con tus lágrimas?


¡Extremadura, sí, Extremadura!

¡Estremézcase tu piel parda,

piel dura,

y reluzca en tu mirada

la esperanza!

¡Que rebrote de la tierra

tu bravura

y en tu frente

brille el sol

de otras mañanas!

¡Reivindica los derechos adquiridos

con el peso del trabajo

que esparcido

desnivela a tu favor

cualquier balanza!


¡Extremadura, sí, Extremadura!

Paño verde, blanco y negro,

de esperanza,

pureza y sentimiento.

Desde el cielo más azul

del firmamento

descolguemos orgullosos esa falda

que lucen con alarde nuestras madres,

altivas, arrogantes, con talento,

concienciadas

de la herencia de unos pechos

que amamantan con coraje

y sin complejos

exquisitas bondades adobadas

con la historia que escribieron con su sangre

los valientes que surcaron los océanos.


¡Extremadura, sí, Extremadura!

Entre rosas empuñadas bajo un vuelo de gaviotas...

Esperando.

Tierra y sol,

sudor callado...

Campo y cielo,

campo, campo...

Voz y voto apacentado con paciencia desmedida,

y gruñidos desquiciados de berraco enrabietado.

¡Estremézcase tu piel parda,

piel dura,

por los gritos que aún retumban

en tus campos!


¡Extremadura, sí, Extremadura!

Paño verde, blanco y negro

de esperanza...

Luz y sombras

en los pliegues de tu falda.


JAVIER FEIJOO


Premios

Terly que me honra con su amistad, me ha concedidos los siguientes premios: Premio a la Amistad, Premio Dardo, Premio 11 de Abril, Premio blog: horas rotas asaltador de sueños. No soy merecedora de ningún premio, pero los recojo por que me hacen mucha ilusión. Gracias Terly, el premio más preciado es contar con tu amistad.

jueves, 16 de abril de 2009

YO VENGO DEL BARRO


YO VENGO DEL BARRO

Yo he nacido en el barro
Amasado por la luna
Que en los recios encinares
Emerge en mi Extremadura.

Mi cantar en limpio y duro
Balido de mil ovejas
Y es rebeldía, no queja
Que me viene del terruño.
Amo a las gentes del pueblo
Los que levanta al día
Los que ahuyentan los conejos
O comen frutas bravías
Y por toda melodía
El canto de los cencerros
Y los ladridos del perro
Es toda su compañía.

En la besana o el cerro
La mancera de arado
Abriendo surcos de hierro
Para arrancarle a la tierra
El pan con sudor ganado
Que tantos amos de mierda
Tantas veces le han quitado.
Hoy suenan Extremadura
Cantos de verde esperanza
En los canales del agua
En los regatos, los ríos
Parece que se han movido
Las manos de los hermanos
Y el yugo se han sacudido
Tantos siglos enjaulados

Desde mi humilde escritura
Quiero ayudar lo que pueda
Para que la sementera
Se la queden los que sudan
Agarrados a la mancera.
Por eso vengo del barro
De la tierra, parda, oscura
Y mi canto no es locura
Sino grito de desgarro
Que suena en Extremadura.

Paco González

viernes, 3 de abril de 2009

SEMANA SANTA


Viernes de Dolores: esta fiesta religiosa se inicia con la Procesión de la Virgen Dolorosa.


Domingo de Ramos: el Señor del triunfo sale a las calles montado en un pollino, sus fieles lo reciben con palmeras por toda la ciudad.


Jueves Santo: El paso del Señor crucificado y la Virgen Dolorosa.


Viernes Santo: Sale en procesión el Sagrado Sepulcro y la Virgen Dolorosa de luto.


Domingo de Resurrección: después de la misa del domingo de Gloria sale en procesión el Señor resucitado, a su encuentro va la Virgen María, ya sin luto.


Tomaron ramas de palmeras y olivos, salieron a recibirle, y gritaron: ¡Hosanna! Bendito sea el Rey de Israel, que viene en el nombre del Señor.

Juan 12:13


Al Cristo Crucificado

No me mueve mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido;

muéveme el ver tu cuerpo tan herido;

muéveme tus afrentas y tu muerte,

Muéveme en fin, tu amor de tal manera

que aunque no hubiera cielo yo te amara

y aunque no hubiera infierno te temiera.

No me tienes que dar por que te quiera,

porque aunque cuanto espero no esperara

lo mismo que te quiero te quisiera.


Es anónima, pero se le atribuye a San Juan de Ávila