kilómetros corren las aguas del Tajo para desembocar en el Atlántico. Su paisaje de peñascos en el que el rio aparece encajonado, los romanos construyeron un magnifico puente, que se ha mantenido en pie ante el paso de los siglos. El arquitecto Cayo Julio Lancer fue el artífice del milagro entre los años 105 y 106, en tiempos de Trajano. En su centro se alza un arco triunfal en honor a Trajano y una lápida donde figuran los once municipios de Sus suelos son ricos en pastos y sus ferias del 15, 16 y 17 de abril gozan de reconocida fama. El 19 de octubre festeja a su patrón, San Pedro de Alcántara y el segundo domingo de Resurrección se entrega a sus fiestas patronales, en las que se cocinan las especialidades de la gastronomía local, los bollos de leche, las floretas y las monumenteras. En Semana Santa se distingue con su Procesión de
Para visitar. El puente, a su cabecera una ermita, en honor del regio romano y de sus dioses Romuelos, de techo y paredes de granito, con bella portada con escalinata y dos columnas toscananas. Sobre ellas y a modo de dintel, los romanos colocaron una gran losa de mármol,
sustituida en el siglo XVII por una piedra que reproduce los versos con que Trajano laudaba a Lacer. En ellos se lee “…hizo el templo para pagar en él en sacrificio el favor y ayuda que recibió de los dioses en la edificación del puente”, y augura que “durará tanto como el mundo durase” A ambos lados de 
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