miércoles, 26 de noviembre de 2008

Ángel Campos Pámpano

Ha muerto Ángel Campos Pámpano. Ha muerto un gran extremeño, una gran perdida para la literatura extremeña, española y portuguesa. Descanse en Paz.

Ángel Campos Pámpano nació en San Vicente de Alcántara (Badajoz) el 10 de mayo de 1957. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, ejerció en Extremadura como profesor de Lengua y Literatura, fue premio Extremadura a la Creación 2005 por su libro "La semilla en la nieve".Desde la Asociación de Escritores Extremeños, de la que fue presidente. Fundó las Aulas Literarias. La primera en Badajoz, la «Enrique Díez-Canedo» fue director de "Espacio / Espaço escrito", revista de literatura en dos lenguas, y coeditor de "Hablar/Falar de Poesía". Había traducido a varios poetas portugueses como Fernando Pessoa, Antonio Ramos Rosa, Carlos de Oliveira, Eugenio de Andrade y Sophia de Mello Breyner Andresen.



Poema Siquiera Este Refugio de Ángel Campos Pámpano

Concededme siquiera este refugio, este lugar al sol donde

escribir sin culpa, libremente, donde cada palabra sea un

acto de amor que se hace piedra, flor del sueño, sed de

nubes. Siquiera este refugio, esta orilla secreta, donde todo

es más fácil.


Otros títulos

La Ciudad Blanca: 1984-1987

La semilla en la nieve

La voz en espiral

Nocturno Mediodía Antología Poética

Siquiera este refugio

Un Corazón De Nadie Galaxia

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cada espina de la rosa

Cada espina de la rosa,

es un puñal desgarrado.

Se clava dentro del alma.

con su filo lacerado.


Hiriente daga dorada,

con el borde más agudo,

que deja mella profunda,

en el corazón más puro.


Cada espina de la rosa,

es un dolor extremado.

Se sirve de su belleza,

para poder ensartarlo.


Hunde su uña pungente,

alojando su veneno,

dispersando suavemente,

cada gota por tu cuerpo.


Cada espina de la rosa,

es un te quiero furtivo.

Un arsenal de nostalgia,

y deseos prohibidos.


Cógela muy dulcemente

con la yema de tus dedos.

Y podrás salvarte siempre,

de caer en sus deseos.

Melancolía

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La granada

La granada es una fruta que se consume poco. Es una fruta de otoño que se no se ve normalmente en las fruterías, solamente se ven unos días antes y después de todos Los Santos. Al leer una poesía de Lorca dedicada a la granada, he sentido curiosidad por saber algo de esta fruta, hay un refrán que dice, “Granada madura, tentación segura”.

Originaria de Asia, su historia se remonta a varios siglos antes de Cristo. Los árabes fueron los que la introdujeron en España, los griegos consagraron sus semillas a la diosa del amor Afrodita, ya que consideraban que tenía propiedades afrodisíacas llegando a creer que Venus la regalaba a sus fieles más devotos.

La granada contiene unas 65 cal. /100 gr., es rica en pectina, tanino, antioxidantes, flavonas, fibra, vitaminas E, C, B1, B2, B3, B9, fósforo, cobre, hierro, cinc, calcio y muy rica en manganeso y potasio. Dicen que tiene efectos favorables para aliviar el asma, la fiebre, las enfermedades cardiovasculares, también evita la retención de líquidos, la flatulencia, ayuda a combatir la hipertensión, la anemia ferropénica, los parásitos intestinales, la arteriosclerosis, y el exceso de ácido úrico y muchas más cosas. Como se ve es muy beneficiosa para la salud, personalmente a mi me gusta, si no la como es por lo fastidiosa que es de pelar y desgranar, aunque después de leer sus propiedades creo que merece la pena la molestia.


Federico García Lorca

Canción oriental


(La Granada)


Es la granada olorosa

un cielo cristalizado.

(Cada grano es una estrella,

cada velo es un ocaso.)

Cielo seco y comprimido

por la garra de los años.

La granada es como un seno

viejo y apergaminado,

cuyo pezón se hizo estrella

para iluminar el campo.

Es colmena diminuta

con panal ensangrentado,

pues con bocas de mujeres

sus abejas la formaron.

Por eso al estallar, ríe

con púrpuras de mil labios...

La granada es corazón

que late sobre el sembrado,

un corazón desdeñoso

donde no pican los pájaros,

un corazón que por fuera

es duro como el humano,

pero da al que lo traspasa

olor y sangre de mayo.

La granada es el tesoro

del viejo gnomo del prado,

el que habló con niña Rosa

en el bosque solitario.

Aquel de la blanca barba

y del traje colorado.

Es el tesoro que aun guardan

las verdes hojas del árbol.

Arca de piedras preciosas

en entraña de oro vago.

La espiga es el pan. Es Cristo

en vida y muerte cuajado.

El olivo es la firmeza

de la fuerza y el trabajo.

La manzana es lo carnal,

fruta esfinge del pecado,

gota de siglos que guarda

de Satanás el contacto.

La naranja es la tristeza

del azahar profanado,

pues se torna fuego y oro

lo que antes fue puro y blanco.

Las vides son la lujuria

que se cuaja en el verano,

de las que la iglesia saca,

con bendición, licor santo.

Las castañas son la paz

del hogar. Cosas de antaño.

Crepitar de leños viejos,

peregrinos descarriados.

La bellota es la serena

poesía de lo rancio,

y el membrillo de oro débil

la limpieza de lo sano.

Mas la granada es la sangre,

sangre del cielo sagrado,

sangre de la tierra herida

por la aguja del regato.

Sangre del viento que viene

del rudo monte arañado.

Sangre de la mar tranquila,

sangre del dormido lago.

La granada es la prehistoria

de la sangre que llevamos,

la idea de sangre, encerrada

en glóbulo duro y agrio,

que tiene una vaga forma

de corazón y de cráneo.

¡Oh granada abierta!, que eres

una llama sobre el árbol,

hermana en carne de Venus,

risa del huerto oreado.

Te cercan las mariposas

creyéndote sol parado,

y por miedo de quemarse

huyen de ti los gusanos.

Porque eres luz de la vida,

hembra de las frutas. Claro

lucero de la floresta

del arroyo enamorado.

¡Quién fuera como tú, fruta,

todo pasión sobre el campo!

sábado, 1 de noviembre de 2008

Día de los Fieles Difuntos

Día 2 de noviembre día de los Fieles Difuntos. Con esa facilidad que al parecer tenemos para imitar las cosas de otras personas, y otros países, cada vez hay más gente aquí en España que celebran Halloween. Admitiendo que es más divertido, pienso que para eso ya tenemos el Carnaval y otras fiestas, es una pena que nos dejemos arrastrar por todo lo que nos viene de fuera.

¿No nos estamos convirtiendo en una simple copia de otros países? ¿No estamos perdiendo nuestras propias costumbres y nuestra identidad? Creo que es hora de que dejemos de considerar que todo lo de fuera es mejor que lo nuestro, y mantengamos nuestras tradiciones.

La iglesia católica ha dedicado el mes de noviembre a honrar la memoria de nuestros seres queridos. Por eso, durante este mes se honra a los difuntos en cada parroquia, ya sea rural, ya sea urbana, para eso hay un día especial el día dos, día de los difuntos. Tiempo adecuado, se acaba la poesía otoñal, muchos árboles se quedan sin sus hojas y la vegetación parece adormecida. El cielo de noviembre es gris, el sol tiene poca fuerza y si no fuera por los árboles de hoja perenne se diría que la naturaleza muere.

Así se compagina mejor la tristeza del ambiente con la conmemoración de los difuntos. Son, por lo tanto, días de ruego personal y comunitario, de penitencia en sufragio de nuestros difuntos. Y son días para pensar en que nuestra estancia en este mundo es también provisional.

Los Camposantos que se llenan de flores. Lo que cada uno de nosotros guardamos en nuestra memoria cada día del año lo sacamos afuera y lo hacemos en un grito unánime de expresión colectiva.

Se hacen palpables el respeto, el dolor y el consuelo, en cada ofrenda que se rinde a quienes queremos y seguiremos queriendo siempre.

A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd.



Aquellos que nos han dejado

no están ausentes,

sino invisibles.

Tienen sus ojos

llenos de gloria,

fijos en los nuestros,

llenos de lágrimas.


San Agustín


Epitafio de las Termópilas. (Traducción aproximada de Simónides de Ceos, Poeta griego.


En este lugar sagrado,

donde todo es sombra inerte,

aqui reside la muerte,

envuelta en triste sudario,

aqui termina el calvario,

de la humana criatura,

un soplo la vida dura,

y al acabar de existir

todo viene a sucumbir,

a una triste sepultura.