
Hoy, ya ayer,  llovió durante todo  el día, llovió a bots i barrals,  está claro, en Barcelona no estamos preparados para la lluvia, inundaciones, fallos en los semáforos, caos en el transporte, metro, trenes, eso sin contar los coches que cuando llueve aunque sean cuatro gotas van como desorientados.
  Como quiera que sea, bienvenida la lluvia que nos hace mucha falta. 
  A mi me gusta ver llover  siempre y cuado no tenga que salir a la calle,  mirar la lluvia dentro de casita detrás de los cristales, me produce paz y una especie de soñolencia muy agradable.
   
   Bajo la lluvia
   ¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
  ¡Cómo moja mi falda
  y pone en mis mejillas su frescura de nieve!
  Llueve, llueve, llueve.
   
Y voy, senda adelante,
  con el alma ligera y la cara radiante.
  Sin sentir, sin soñar,
  llena de la voluptuosidad de no pensar
   
  Un pájaro se baña
  en una charca turbia. Mi presencia le extraña.
  Se detiene... Me mira... Nos sentimos amigos...
  ¡Los dos amamos mucho cielos, campos y trigos!
   
  Después es el asombro
  de un labriego que pasa con su azada en el hombro.
  Y la lluvia me cubre
  de todas las fragancias que a los setos de Octubre.
   
  Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado,
  como un maravilloso y estupendo tocado
  de gotas cristalinas, de flores deshojadas
  que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
   
  Y siento, en la vacuidad
  del cerebro sin sueños, la voluptuosidad
  del placer infinito, dulce y desconocido,
  de un minuto de olvido.
   
  Llueve, llueve, llueve,
  y tengo, en alma y carne, como un frescor de nieve.
   Poema de Juana de Ibarbourou