La que labraron mis viejos
Y regaron con sudores
Cada surco del barbecho.
Hasta la humilde espadaña
Donde la cigüeña anida
Y reposan las campanas
De bronce y hierro fundidas.
Hermanas de los cencerros
Y madres de las esquilas.
Las que llamaron a misa
A bodas y nacimientos
Y tañeron de dolor
Cuando sonaban a muertos.
Desde la humilde cabaña
La que cobija al cabrero.
Hasta el palacio ducal
Elevado en alto cerro
Con más trazas de castillo
Que de un hogar solariego.
Desde la agreste montaña
Donde se cría el rebeco
Las águilas poderosas
Los millares de conejos
La zorra y el jabalí
La serpiente y el vencejo.
Hasta la fértil llanura
Imponente en campo abierto
Hogar de la vieja encina
Con las piaras de cerdos
Las charcas y los regatos
Las manadas de borregos.
Desde la seca Siberia
A los pantanos inmensos
Donde navega la trucha
La tenca, el lucio, el cangrejo
Desde las Urdes a Zafra
Desde
Cruzan miles de senderos
Caminos y carreteras
Veredas y vericuetos
Con posadas y mesones
Al servicio del viajero.
Es en esta tierra brava
Donde nacen mis ancestros
Los que me dieron el ser
El cuerpo y el pensamiento
Y las ganas de vivir
Y la fuerza de mis versos
Siempre hablando claramente
Como me enseñó mi abuelo.
Aquellas gentes de bien
Que ganaban el sustento
Paso a paso tras la yunta
Con el hocino o el liendro
Cosechando de la tierra
Con sudores de su cuerpo
El pan para hacer las migas
El tocino de los cerdos
Medio saco de patatas
Y un buen puñado de berros
Esas gentes que en domingo
Cepillaban el sombrero
Y con el traje de pana
Van de la plaza al paseo
Parándose en la taberna
Que es la diversión del pueblo.
Con cuatro vasos de vino
Un poco de pestorejo
Las fichas del dominó
El discutir de toreros
Así pasaban domingos
Los esforzados braceros
Aquellos que no conocen
Ni se preocupan por ello
Lo que pueda suceder
Mas allá de los confines
Que son las lindes del pueblo.
Aquellos que enamoraron
Mirándose en los espejos
De las orillas del río
Y los llorones de en medio
Le tapaban con sus ramas
Lo que sus fuertes deseos
Se derraban por la hierba
Guardándole los secretos
Esos hombres que miraron
Un triste día a su cielo
Y lo encontraron vacío
Sin esperanzas ni sueños
Por la avaricia del amo
Por la codicia del dueño
Y cargaron en sus espaldas
Solo lo que tenían puesto
Y marcharon a otras tierras
A otros horizontes nuevos
Dejándose muy dormidos
Sus más puros pensamientos
Tragándose la saliva
Muy amarga del destierro.
Esas gentes que emigraron
Que vaciaron los pueblos
Que se sintieron extraños
Que se sintieron ajenos
Que amontonaron sus cosas
En cuatro palmos de suelo
En cinturones de hambre
De los barrios periféricos.
Los que secaron sus ojos
En horizontes de hierro
Donde nunca se ve el sol
Donde no canta el vencejo
Ni anida la golondrina
Ni el azor levanta el vuelo
Sólo muros de hormigón
Sólo paisajes de acero.
Esos hombres que marcharon
Son ahora forasteros
En las ciudades que viven
Y aún en sus propios pueblos.
Allá en la tierra quedaron
Solamente cuatro viejos
Que se asoman al portal
Cuando oyen al cartero
Y se meten cabizbajos
En la habitación de adentro
Si la carta que traía
Hoy tampoco es para ellos.
En las plazas se pasea
Con su gran sombrero nuevo
El amo de aquellas tierras
El señoriíto del pueblo
El que mira descarado
Aquellos senos tan tiernos
De las niñas de uniforme
Caminando hasta el colegio
Y se le nubla la vista
De los mas turbios deseos.
Hoy despierta Extremadura
Tu honra no tiene dueño
Y voto a voto en la urna
Quieres escribir tu sueño
Para que tornen tus hijos
Todos cargados de nietos
Y que se escuchen los cantos
Y se se escuchen los ecos
Que en la nueva Extremadura
Todos tenemos un hueco
Donde aprender a luchar
Donde levantar el pecho
Donde escribir nuestra historia
Donde sentirse extremeño.
Los caminos se han tornado
En veredas de cemento
En carreteras de asfalto
En los raíles del viento
Ondean en Extremadura
Nuevas banderas al cielo
Nuevos sueños de colores
En los nuevos extremeños.
Es nuestras gentes sencillas
Las que besarán tu suelo
Las que llevan con orgullo
El sacro nombre extremeño
Los que merecen la gloria
Del despertar de tu sueño
En el cantar de tus campos
En las aulas del colegio
En los nuevos desarrollos
De nuestros nuevos inventos.
Ellos moverán la ruada
Del vehículo moderno
Ellos curaran heridas
Ellos serás nuestros médicos
Y enseñaran a los niños
Lo que vale un extremeño
Cuando le dejan pensar
O cuando pone el empeño
De conquistar otras tierras
Lejos, muy lejos, tan lejos
Ellos llevarán tu nombre
Lo sacaran del infierno
Y con la cabeza erguida
Dirán ¡ Yo soy extremeño!
Duro como el pedernal
Flexible como el acero
Y cuando se pone el caso
Tierno, muy tierno, tan tierno.
Amigo de los poetas
Que cantaron vuestro empeño
Con los versos de Valhondo
De Lencero y de Pacheco
Los que supieron poner
En los versos a sus sueños.
El alma de Extremadura
Aunque muchos no quisieron.
Hoy se levanta mi tierra
Como de un mal triste sueño
Y va gritándole al mundo
¡¡ AQUÍ ESTAN LOS EXTREMEÑOS!!
4 comentarios:
Leyendo estos versos me ha dado la sensación de haber estado de nuevo en mi querida tierra.
Gracias por traerlos.
Un saludo de http://extremeoencatalua.blogspot.com/
¡Mi enhorabuena por este poema!
Un juerte abrazo.
Javier Feijóo
http://castuamente.blogspot.com
Precioso canto a nuestra tierra, me ha impulsado a seguir luchando y apostando por ella. Salúus endi la sempri dura Estremaúra!
Raül Jurado
lanuestrapalra.blogspot.com
Hermoso panegírico a nuestra tierra extremeña.
MALT.
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