viernes, 12 de septiembre de 2008

JEREZ DE LOS CABALLEROS

En la baja Extremadura, muy próxima a Portugal, se encuentra esta maravillosa población, plagada de monumentos artísticos, testigos de cada periodo de su larga historia.

Los dólmenes encontrados aquí hacen suponer que ya desde tiempos muy remotos existió un asentamiento prehistórico. Más tarde, los fenicios ocuparon el lugar, que fue posteriormente territorio romano. Su historia oficial comienza en el año 1230, cuando Alfonso IX de León conquista la población a los árabes para cederla a la Orden del Temple. Fue durante esa época cuando adquirió el nombre de Xere Equitum cuya traducción al castellano constituye su denominación actual, Jerez de los Caballeros.

Y fue precisamente con los caballeros templarios, como comenzó una de las grandes etapas de esplendor de Jerez, que culminó con la disolución de la Orden en el año 1312. En 1525 Carlos I le otorgó el título de ciudad, y durante el barroco, se produjo un nuevo ascenso económico patente en las suntuosas torres que construyeron a lo largo de aquel periodo.

Durante el transcurso de los siglos XIX y XX, los pilares que han sustentado su economía han sido la floreciente industria del corcho y la ganadería, aunque en la actualidad el turismo supone un creciente ingreso para la localidad.

El acceso a este lugar viene dado por dos magníficas puertas de la antigua muralla, las únicas que sobreviven de las seis que tuvo el recinto amurallado en la antigüedad, la puerta de la Villa y la Puerta de Burgos. Al sur se encuentra uno de los monumentos más característicos de la tierra, el grandioso castillo construido por los templarios en el siglo XIII, al que añade un magnífico torreón, la torre del reloj, un monumento de gran belleza y magnificencia.

Esta construcción, unida a las numerosas torres barrocas de la ciudad fue la causante de que en épocas anteriores se conociera al lugar con el nombre de Jerez de las Altas Torres. Muy cerca aparece la Torre Sangrienta, cuya denominación viene impuesta por la leyenda que rodea al edificio, en dicho torreón fueron degollados los últimos caballeros templarios que llegaron a aceptar la disolución de la orden, dictada por el Papa Clemente VI.

Las calles estrechas y los paradigmáticos rincones obligan al visitante a realizar el recorrido a pie para disfrutar de una amplia gama de estilos arquitectónicos, correspondientes a los vestigios que nos ha dejado cada una de las culturas que la han habitado, castillos templarios, edificio de la Orden de Santiago, construcciones musulmanas y templos judíos. Tampoco podemos olvidar las encaladas casas con reminiscencias andaluzas, que guardan en sus fachadas los secretos de una época. Cabe destacar entre estas delicias de arquitectura popular, la casa donde nació el conquistador Vasco Núñez de Balboa, muy bien conservada.

La plaza Mayor, también llamada plaza de España, es el punto donde confluyen las principales calles y arterias de la ciudad. En ella se encuentran, además de las Casas Consistoriales, la famosa torre de San Miguel, perteneciente a la Iglesia del mismo nombre. Como se acostumbra a decir cuando se habla de Jerez de los Caballeros, las torres lo observan todo.

En cuanto a otros edificios de carácter religioso, de los que la ciudad cuenta con un amplio surtido, se conserva la iglesia de San Bartolomé, del siglo XV, a la que se incorporó en el siglo XVIII una impresionante torre barroca, tras el hundimiento de la original. Esta iglesia guarda la capilla de los Comendadores, donde se encuentra el sepulcro de Vasco Pérez, impulsor de la obra, junto a su esposa.

Al oeste se haya la iglesia de Santa Catalina, de finales del siglo XVI y perteneciente al estilo gótico, aunque el edificio muestra, sobre todo en la torre, cierta tendencia al neoclasicismo. De este mismo siglo data la iglesia de Santa María de la Encarnación, situada ya en las afueras, se trata de la iglesia más antigua fechada en España.

El convento de Nuestra Señora de la Gracia es una construcción cuyo mayor interés artístico radica en la portada. Este convento es el único que se conserva en la ciudad de los nueve que llegaron a existir en su día.

En Jerez destaca su hermosa Semana Santa, de influencia andaluza y gran poder evocador, cuyas procesiones por sus estrechas calles consiguen que el visitante se impregne del arte y del seguimiento que desprenden. Las fiestas patronales en honor a San Bartolomé cuentan con elementos típicos del lugar como es el antiguo ritual de la quema del rabo del diablo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelentemente descrita, pero mejor visitarla se sorprenderá de su belleza. Unos amigos me llevaron desde Madrid, mereció la pena.

Anónimo dijo...

Es un pueblo realmente maravilloso. merece mucho la pena visitarlo: sus monumentos, antigüedades, iglesias. todo rodeado de una interesante historia. ahora bien, os recomiendo zapatos planos... las calles son empedradas y hay muchas cuestas.