Trujillo es la aventura hacha piedra. El recuerdo del descubrimiento de América y de sus gestas se perpetúa en sus linajudas casas, en sus estrechas y empinadas calles, en sus generosas plazas…, al fin y al cabo Trujillo es cuna de conquistadores. Junto a tantos valientes aventureros anónimos, aquí nació la estirpe de los Pizarro, que pasó a la historia como artífice del milagro del Perú. Francisco, una especie de semidiós retratado por la leyenda como un bastardo abandonado en la iglesia de Santa María y criado por una cerda, y sus hermanos Hernando, Juan y Gonzalo, fueron una generación mítica. Su paisano Francisco de Orellana se enroló con Gonzalo Pizarro en su expedición al oriente ecuatoriano y se encontró frente a frente con el Amazonas. Otro gigante trujillano es Diego García de Paredes – EL Sansón de Extremadura- cuyas proezas en Granada, Málaga y Ronda y su legendaria participación en las guerras de Italia le hacen merecedor del sobrenombre. Otros personajes no menos ilustres ven la luz en esta villa, entre ellos Juan de Carvajal, religioso del siglo XV que regentó la diócesis de Plasencia durante veinte años, y el dominico Diego de Chávez, intimo de Santa Teresa, a quien Felipe II confía la dirección espiritual del príncipe Carlos.
Entre el Tajo y la sierra de Montánchez, la antañona ciudad se alza sobre una penillanura pedregosa vestida de granito, con el aire batallador que le dan murallas y torres.
Corona la postal un castillo de origen romano en lo alto de un cerro. Ya lo dice el viejo dicho.”Cuando vayas a Trujillo, por donde entrares hallarás una legua de berrocales”. La ciudad se asienta en el territorio más elevado de la provincia, en que encinas, alcornoques, olivos y cereales salpican sus horizontes abiertos.
Tras un largo bagaje histórico que tiene por protagonistas a celtas y griegos, los romanos la bautizaron Turgalium, y en honor de un dios latino llamado Turgalum levantaron su fortaleza. Los musulmanes llegaron en el siglo IX y construyeron las murallas, las torres y el aljibe. Entre el imperio de la media luna y el de la cruz, la villa vive con los nombres de Turgiela y Truxillo, hasta que Fernando III la conquista definitivamente el 25 de enero de 1232, con milagro incluido. Entre las dos torres que custodiaban la puerta de la fortaleza se apareció la Virgen en el último momento para insuflar fuerza a los cristianos. Por eso, Feduchi levanta una capilla sobre la torre del Homenaje bajo la advocación de la Virgen de la Victoria, patrona del lugar, a quien se festeja en septiembre con pregones, conciertos, zarzuelas, capeas y vaquillas. En el año 1428 recibe el rango de ciudad de la infanta Catalina y cuatro años después el rey Juan II le concede los títulos de Muy noble y muy leal. Trujillo aparece como baluarte en la guerra contra Alfonso V de Portugal. Al morir el rey de Aragón se establecen en esta villa las bases de la unidad nacional sobre la fórmula de “tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”. Por esta época se levanta a la entrada de Trujillo la imponente picota gótica rematada con una cruz de Santiago que luce su escudo. Con el descubrimiento de América el lugar será centro de reclutamiento y a sus arcas llegarán preciados tesoros del Nuevo Mundo.
A 46 Km. de Cáceres y con más de 10.000 habitantes, Trujillo nos cuenta su historia desde lo alto de su colina. La ciudad intramuros es conocida como la Villa. Entre calles pendientes y angostas, casonas y palacios de ilustres linajes y recoletas plazuelas podemos viajar al medievo.
De la muralla quedan en pie treinta y dos torreones, y sobre un cerro rocaso llamado Cabeza del Zorro se levanta el castillo de torres cuadradas, construido por los aganeros hacia el siglo X sobre los cimientos de una fortaleza romana. Sirvió de cobijo a doña Juana la Beltraneja y se rindió a la reina católica tras la muerte del marqués de Villena. Vio rodar por sus laderas a don Álvaro de Luna en encarnizada batalla, y nos recibe con una puerta de triple arcada de herradura bajo bóvedas de rojo ladrillo. Entrando por la recia puerta de Santiago –la única que queda de las seis que tuvo junto con el arco de San Andrés y del Triunfo- comienza el espectáculo con la casa de los Sanz Orozco, el palacio de los marqueses de Santa Marta, la iglesia románica de Santiago, el templo de Santiago y sus notables tumbas, la casa de Casco, donde la tradición ubica el nacimiento de Francisco Pizarro, el palacio de Piedras Albas…Austera y noble como ninguna otra se alza con su torre la casa de Luís Chaves, del siglo XV, la noble morada delicada rejería que alojó a los Reyes Católicos.
La iglesia de Santa María la Mayor, mezquita hasta la Reconquista y osario de legendarios linajes, es la joya arquitectónica de Trujillo. Este bello templo románico del siglo XIII de tres naves y espectacular torre, reedificado en el siglo XV, guarda un sublime retablo con 24 tablas pintadas por Fernando Gallego y los restos de García de Paredes. Muy cerca se encuentra la ruinosa mansión del capitán Gonzalo Pizarro, padre biológico del mítico Francisco, cuyo escudo pervive sobre el arco gótico de su puerta, el mismo que otorga Carlos V al conquistador del Perú. En la plazuela de los Moriscos, presidida por las ruinas de San Francisco la Real, duerme el Trujillo judío. Cerca de la puerta de San Andrés descansa la casa de los Escobar, donde naciera Diego Chávez, con su escalera exterior, torre defensiva y ventanales góticos. Pero Trujillo palpita en su generosa Plaza Mayor, toda una oda monumental al Descubrimiento. Escenario de sus festejos taurinos y ágora de los trujillanos, está flanqueada en tres de sus lados por los portales llamados del lienzo, del pan y de la verdura. La estatua ecuestre de Pizarro, obra del americano Rumsey, inmortaliza su gesta. En las noches de luna, cuando el calor aprieta, dicen que su caballo baja del pedestal y bebe agua. El suntuoso palacio plateresco del marqués de la Conquista, levantado por Hernando Pizarro, el del duque de San Carlos, del siglo XVII, con su soberbio balcón de esquina, el renacentista de Piedra Albas, la iglesia gótica de San Martín, levantada entre los siglos XIV y XVI con una portada gótica y otra renacentista, y el viejo ayuntamiento pregonan sus glorias.
2 comentarios:
muy buen blogs, sólo hay un pero, a ver cuando nos deleitas con un reportaje sobre Tornavacas,o no lo conoces?? De qué parte de Extremadura eres??
Saludetes
Gracias por el comentario. Yo soy de la parte de Badajoz.
Este verano pasado estuve en Tornavacas, pero no la conozco, parece una contradicción pero no es así, el día que elegimos para visitar ese pueblo era día de mercadillo, supongo que habría gente de los pueblos vecinos por que aparcar fue misión imposible, así que atravesamos el pueblo buscando un rinconino para aparcar, al otro extremo y después de subir por una pendiente considerable, encontramos una fuente donde paramos un momento para beber, pues estábamos sedientos, es el único momento que bajamos del coche, después decidimos irnos, pues no había aparcamiento ni dentro ni fuera del pueblo. Por eso digo que no lo conozco, pues para conocer un lugar hay que visitarlo detenidamente. Después debido a nuestro plan de viaje no tuve oportunidad de volver, es una pena por que tiene que ser un bonito pueblo. Saludos.
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