viernes, 18 de abril de 2008

NAVALMORAL DE LA MATA

Los míticos bosques de encina se extienden sobre la llanura para dar la bienvenida a todo aquel que dejando atrás Castilla, se adentre en la Alta Extremadura. En el este cacereño, Navalmoral de la Mata nos recibe como orgullosa capital de una extensa comarca de llanas tierras de labor que recibe el nombre de Campo Arañuelo. Tan sólo la sierra de Miravete se atreve a elevarse tímidamente sobre sus horizontes abiertos de par en par, impregnados aún de la estética castellana. Los ríos Tiétar y Tajo trazan sus fronteras naturales por el norte y por el sur, desgajando sus dominios del oasis verato que algunos se atreven a llamar La Suiza Extremeña y del agreste paisaje de los Inores, un bello valle cuajado de castaños, robledales, romeros y jaras que da paso a las Villuercas de Guadalupe, donde se funde sutilmente con sus serranías. El cercano embalse de Valdecañas es artífice de que sus campos viren al verde con suculentos pastos y campos de regadío donde se cultiva tabaco, pimentón y espárragos. Desde el puerto de Miravete –donde la autovía N-V atraviesa dos confortables túneles- el Campo Arañuelo se nos ofrece en todo su esplendor con el majestuoso Tajo y sus numerosos encinares como protagonistas, aunque para algunos, la central nuclear de Almaraz enturbie un tanto la espectacular panorámica con la sombra del miedo a lo desconocido.

En el corazón de su rica comarca, Navalmoral de la Mata florece como lugar de paso entre Castilla y Extremadura. Lleva el sambenito de ser tierra de bandoleros y salteadores de caminos.

Fiel a su tradición, hoy es un poderoso nudo de comunicaciones por carretera y ferrocarril y centro comercial de todas las comarcas limítrofes, cuyos habitantes acuden con sus productos a los multitudinarios mercados que celebra los días 10 y 27 de cada mes. Parece ser que la villa nace en torno a una posada para acoger el trasiego de viajeros entre Plasencia y Talavera de la Reina. Sus gentes, que se dedicaban al pastoreo, malviven bajo el señorío placentino, del que consiguen emanciparse hacia la segunda mitad del siglo XVII. A fuerza de extenderse a lo largo de una transitada carretera casi ha perdido sus señas de identidad, y con más de quince mil habitantes cabalga en el carro del progreso.

La iglesia gótico-plateresca de San Andrés Apóstol, con su hermoso retablo mayor renacentista y un órgano barroco, una esbelta picota y la biblioteca Concha, de 1895 son la única huella del pasado. Ubicada en un llano y lejos de la feraz vega del Tiétar, la villa padece los rigores de un clima extremado con fríos inviernos y sofocantes veranos.

El 29 y 30 de septiembre se viste de gala para festejar a San Miguel con corridas de toros, aunque su célebre Carnaval es el más esperado.

Declarado de Interés Turístico, el pueblo entero sale a las calles para lucir su disfraz y participar en la cabalgata con murgas y chirigotas. En restaurantes y tascas se degusta el cocido extremeño, la carne con patatas y unas criadillas con huevos revueltas dignas de dioses. Los fines de semana su alegría convoca en torno a sus garitos a los bacaladeros del reino. A Cáceres se la conoce como la petaca de España, y Navalmoral de la Mata participa de lleno en el establecimiento del tabaco en el valle del Tiétar. Salvo experimentales y cortísimos periodos de ensayo en el siglo XIX, su plantación estuvo prohibida en España hasta 1940 y es que tras la imposición aduanera, la Renta de Tabaco es el impuesto más antiguo del nuestro sistema tributario. A partir de 1919 la hacienda española abre un proceso de implantación de este cultivo, aunque a título de ensayo y controlado por una comisión. Los experimentos se inauguran en 1920 y a la vista de las posibilidades tabaqueras de la Alta Extremadura y Granada se fueron prorrogando hasta desembocar en su definitiva autorización. Sesenta y dos agricultores del valle del Tiétar repartidos entre Jaraiz de la Vera, Talayuela, Garganta de la Olla, Collado de la Vera, Casatejada, Pasarón de la Vera y Navalmoral se lanzan a la aventura en 1923. Y en 1930 se aprueba la puesta en funcionamiento del Centro de Fermentación de Tabaco en Navalmoral de la Mata, el primero que se instala en la provincia de Cáceres. No deja de ser una paradoja que Extremadura fuera la tierra de los conquistadores y hoy gran parte de sus campos estén conquistados por la exótica planta que aquéllos trajeron del Nuevo Mundo. Quinientos años más tarde la hegemonía tabaquera de la provincia de Cáceres demuestra que entre los extremeños sigue vivo el patrimonio de su descubrimiento y que sus antepasados no hicieron el viaje en balde. Y si nos interesa la artesanía hay que detenerse en la contemplación de sus maravillosos bordados y labores de ganchillo.

No hay comentarios: